Por equipo de trabajo de
Educación Técnica de Nivel Secundario

A quince años de la Ley de Educación Técnico Profesional y en el aniversario de la escuela técnica, miramos la evolución de la modalidad en nuestro país y en nuestra provincia. Resulta necesaria la reconstrucción histórica, como también la recuperación de las voces, sentires y experiencias significativas de quienes la transitan a diario.

Recorrido histórico

La Educación Secundaria de modalidad técnica sienta sus antecedentes en las primeras Escuelas de Artes y Oficios creadas en el año 1935, que tenían como objetivo la formación de mano de obra calificada para acompañar un modelo de país que se empezaba a construir y donde la fábrica era factor clave de la propuesta. La política educativa tenía entonces dos objetivos claros para la escuela secundaria: la
prosecución de los estudios superiores y la formación de técnicos para el mundo del trabajo. La Provincia de Córdoba se destacó por la formación de estos jóvenes en instituciones educativas tanto públicas como privadas, que otorgaron mano de obra calificada al sector industrial, no solo de la provincia sino del país y del mundo. Técnicos altamente especializados en las distintas áreas industriales.

El 15 de noviembre de 1959, se creó el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) y a partir de entonces, las escuelas técnicas se denominaron “Escuelas Nacionales de Educación Técnica” (conocidas como ENET). Las escuelas industriales y las restantes de
Artes y Oficios se unificaron, en un contexto de modelo desarrollista.

En el año 1980, aún bajo régimen militar, toda fuente de financiamiento proveniente del Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) es eliminada (cabe aclarar el CONET se sostenía con el aporte de las industrias del país). Esto significó un gran golpe para la Educación Técnica. Se desarrollaron, entonces, políticas públicas a partir del crédito fiscal, es decir, a partir de la desgravación impositiva a las empresas que invierten en acciones educativas. Esto se mantiene en la actualidad sin demasiados cambios.

En 1993, con la Ley Federal de Educación se transfieren las ENET a las provincias y se agregan en algunas de ellas los Trayectos Técnicos Profesionales (TTP), con el propósito de abarcar algunos contenidos específicos. Tal fue el caso en la Ciudad de Córdoba del actual IPET 247 “Ing. Carlos Cassaffousth” y el IPET 249 “Nicolás Copérnico”.

La globalización de la economía, la incorporación de nuevas tecnologías, el surgimiento de sistemas de producción propios de la modernidad y las políticas neoliberales impulsadas desde el Estado, modificaron con una velocidad inusual el mundo del trabajo. En este
cambiante y vertiginoso contexto, la escuela propuso un nuevo modelo para la formación de los jóvenes del siglo XXI. Las escuelas de nivel medio de la Provincia de Córdoba implementaron las modificaciones necesarias para la transformación que convertía a las modalidades y orientaciones del nivel secundario en un Polimodal.

La transformación cualitativa del sistema educativo llevada a cabo entre los años 1995 y 1999 formó parte de un proceso de regulación social donde el Estado impuso, a partir de sus intenciones, ajustes a diversos sectores, en este caso, a la Educación Técnica. Este quiebre produjo un impacto en las interrelaciones de los actores institucionales y sociales, que eran “portadores de tradiciones, representaciones y prácticas, poseen diferente intensidad y fuerza, lo cual genera una dinámica más que un movimiento de acción-reacción” (Almandoz, M. R. 2000).

Luego, en el año 2006, con la sanción de la Ley de Educación Nacional 26.206 que implica la obligatoriedad de la Educación Secundaria, la Ley de Educación Técnico Profesional (Ley 26.058/05), la Ley de Financiamiento Educativo (Ley 26.075/05), y a partir de la elaboración de Planes de Mejora ejecutados con fondos provenientes de INET; la Educación Técnica se empoderó de recursos tecnológicos y humanos, que permitieron hacer de las escuelas técnicas del país verdaderos entornos formativos, con el propósito de capacitar Técnicos de Nivel Secundario.

Recuperando las voces

Las escuelas técnicas, en tanto instituciones de Educación Técnico Profesional pertenecientes al nivel de Educación Secundaria, deben cumplir con finalidades educativas que le son propias: formación integral de los estudiantes y resguardo de su carácter propedéutico; formación vinculada con un campo ocupacional amplio y significativo; y formación vinculada con el ejercicio responsable de la ciudadanía y del quehacer profesional. Existe una relación sustantiva entre las capacidades a desarrollar desde la perspectiva de los diferentes campos formativos que integran su diseño curricular: la formación técnica específica y las prácticas profesionalizantes se desarrollan en consonancia y de manera articulada con la formación general y la formación científico- tecnológica, de modo de atender al principio de la formación integral, considerado como eje central de la propuesta de la escuela técnica.

La escuela técnica procura una sólida formación general a fin de garantizar no sólo los propósitos propedéuticos y de formación ciudadana pertinentes al nivel de la Educación Secundaria, sino también recorridos formativos cargados de emociones y experiencias que hacen posible la formación de un técnico. Así se expresa el relato de una joven egresada de la escuela secundaria técnica en el año 2017.

“Ser egresada de una escuela técnica es uno de mis mayores privilegios. Y lo digo porque me ha permitido en muchas ocasiones introducir mis propias ideas a los proyectos desarrollados por la institución, formar parte de los mismos, generar en mí una mayor confianza y nivel de exigencia. Porque la variada demanda horaria de cursado me permitió desarrollar la capacidad de organización y asignación de ocupaciones y obligaciones, y así realizar una mayor cantidad de actividades. Porque pude ver en profesores, preceptores y directivos el gran esfuerzo que realizaban para que un estudiante no se quedara fuera del nivel educativo, y esto me enseñó que debo dar hasta el último esfuerzo en lo que me proponga. Porque si bien me ha formado desde el punto de vista académico, también lo ha hecho en lo personal -y digo esto porque he tenido la posibilidad de participar de distintos encuentros técnicos en diferentes puntos del país donde tuve el agrado de conocer a nuevos estudiantes, profesores y autoridades-. Gracias a estas experiencias, tuve que salir indudablemente de mi zona de confort, desarrollarme como persona y adaptarme con facilidad a distintas situaciones de mi vida académica actual. Hoy puedo decir que gran parte de lo que he logrado llegar a ser y de lo que en un futuro seré, es gracias a la formación de la institución técnica a la que pertenecí, de la que me egresé y que siempre llevaré en mi corazón”. (Josefina Secondo, estudiante universitaria, 2020)

Asimismo, lo refleja con orgullo la voz de otro joven egresado del año 2015 que se mira en el espejo de la modalidad técnica.

“Fui egresado de la primera promoción de séptimo año, bajo el título Técnico en Equipos e Instalaciones Electromecánicas. A partir de los aprendizajes y la integración en los distintos ámbitos de la actividad industrial (en pasantías y visitas a empresas), recibí muchas propuestas laborales y noté que las empresas requieren personal capacitado para su producción. Al finalizar la escuela, ya tenía en marcha un microemprendimiento ligado al rubro metalúrgico, que comenzó con pequeños arreglos en herrería. Con el tiempo fue creciendo. Hoy cuento con más maquinarias y enfrento desafíos cada vez mayores”. (Bernabé Campra, Docente y MEP, 2020)

La palabra pone en valor la experiencia vivida. Los sueños, visiones, logros y desafíos de quienes cursan su séptimo hablan también de sus realidades.

“La Educación Técnica me preparó para adaptarme con más flexibilidad al campo laboral. Me brindó herramientas y conocimientos que expanden mi mirada prospectiva, basada en conocimientos no solo técnicos, sino también interdisciplinarios, a través del aprendizaje conjunto entre materias. Esto es necesario para lograr pensamiento crítico, analítico y para desarrollar habilidades comunicativas que permitan expresar todos mis conocimientos a la hora de afrontar desafíos y procesos complejos. Más allá del contexto epidemiológico que nos acontece, la escuela respondió de forma rápida a la situación y logró que nuestras prácticas profesionalizantes resulten posibles a través de la experiencia laboral remota con empresas y universidades”. (Nahuel Morina, estudiante secundario, 2020)

El trayecto formativo de quienes transitan la Educación Secundaria Técnica deja huellas y contribuye a proyectos de vida y toma de decisiones. Así lo expresa un Jefe General de Enseñanzas Prácticas, que añora sus años de estudiante en la escuela técnica y los recuerda desde el lugar que hoy ocupa.

“Desde pequeño me fascinaba la técnica. Mi padre se dedicaba a reparar radios y televisores en un pequeño taller instalado en la cochera de nuestra casa. No solo lo observaba cuando él trabajaba, sino que algunas veces le ayudaba en cuestiones sencillas. Otras, experimentaba con circuitos simples durante su ausencia, lo que terminaba siendo una inocente travesura. Este interés influyó a la hora de elegir en qué escuela secundaria estudiar. Mis padres gentilmente me llevaron a conocer varias escuelas técnicas de la zona. Finalmente me decidí por una que se encuentra ubicada a cien kilómetros de mi pueblo, porque había quedado fascinado con los talleres tan bien equipados y con los trabajos que desarrollaban los estudiantes. Por mi falta de madurez, no acepté la generosa oferta de mis padres de continuar con estudios superiores. Había tomado la decisión de trabajar en algo relacionado a mi tecnicatura. El trabajo no aparecía hasta que, cierto día, mi madre escuchó por radio que en la escuela industrial más cercana necesitaban un maestro de Taller de Electricidad en carácter de suplente. Entonces me anoté y de inmediato comencé a trabajar como docente, prácticamente sin interrupción hasta el día de hoy. Ya han pasado treinta años. Este trabajo fue para mí una experiencia increíble, tan profunda que despertó en mí la vocación de enseñar y de enseñar lo relativo a la técnica. Había entendido que no hay obra de justicia social mayor que enseñar a los demás un oficio, brindarles herramientas para que puedan ganarse dignamente su propio sustento y superarse como personas”. (Pablo Rolando, Docente, Jefe Gral. Enseñanza Práctica, 2020)

La implementación de la Ley de Educación Técnica y Formación Profesional trajo consigo cambios profundos en la modalidad técnica de la Provincia de Córdoba. Algunos puntos estratégicos tales son:

– Extensión de los años de escolaridad secundaria en la modalidad.

– Creación de un currículum contextualizado según la especialidad, dividido en campos de formación, función formativa y entornos formativos mínimos en el espacio escolar.

– Nuevos mecanismos de organización, gestión y administración de las instituciones educativas técnicas.

– Dinámicas de trabajo con diversos sectores científicos, tecnológicos y socio productivos.

Resulta interesante conocer la mirada de los directivos, que con entusiasmo se ocuparon y se ocupan de hacer de “la técnica” un horizonte
de oportunidades y posibilidades para los adolescentes y jóvenes de nuestra Provincia de Córdoba.

Las palabras del director de una escuela técnica de un pueblo del sur cordobés, dan cuenta del lugar social que tiene la institución y la importancia en el devenir cotidiano del lugar.

“Los caminos de los pueblos está hecho de luchas y enfrentamientos, de pasiones y orgullos, de amores y desamores. Sin dudas, es la historia la encargada de mantener en el tiempo junto a la memoria colectiva, la energía vital de los que fundaron la localidad de Noetinger a costa de trabajo y sacrificio. Fue tan clara la visión y tan perseverantes sus fundadores, que la cosechadora Araus cruzó las fronteras de nuestro país y pudo imponerse en el mercado entre las mejores en su rubro. Sin embargo, algo estaba faltando. Noetinger crecía, pero la oferta educativa técnica no llegaba.

En el año 2006, un grupo de vecinos acompañados por el gobierno local y provincial, decidieron fundar la primera escuela pública de nivel medio y de modalidad técnica. El IPET cobró fuerza y, poco a poco, pudo ir dando respuestas a las necesidades de nuestras empresas locales.

“La técnica” vino a formar a nuestros jóvenes en saberes potentes en torno a la ciencia y a la tecnología, vino a enriquecer con conocimientos específicos aquellos desempeños que desde la práctica misma se iban transmitiendo de generación en generación, vino a poner una mirada joven que seguramente inoculará nuevas maneras de producir, de emprender y de desarrollar en un futuro no muy lejano. La escuela técnica en Noetinger cambió no solo el mapa educativo regional, sino también el circuito laboral preestablecido por tradición. Hoy nuestros jóvenes se apropiaron de habilidades y destrezas, de valores y saberes que les han permitido, a muchos, continuar con estudios superiores y, a otros tantos, acceder a estamentos medios en empresas locales”. (Edgardo R. Sosa, Docente, Director, 2020).

Continuando con las voces de los protagonistas, otro director escribe con el lápiz de la pasión de “la técnica” en un tablero, una mesa, un banco de trabajo o en su propio escritorio.

“Personalmente creo que mi misión es formar técnicos. La Escuela Secundaria Técnica es el vehículo que me permite hacerlo y también crecer como persona y como profesional. Las oportunidades que brinda la Educación Técnico Profesional son enormes, tanto para los estudiantes como para los docentes, porque nos mantiene activos, nos permite aprender y nos vincula con la comunidad, con la ciencia, la tecnología, el Estado y los sectores socio productivos cercanos. Nos permite imaginar, diseñar, proyectar, trabajar en equipo y, especialmente, concretar nuestros sueños”. (Gerardo Venica, Docente, Director, 2020)

Conclusiones

La Educación Técnico Profesional (ETP) debe atender a la diversidad de la población estudiantil y lograr establecer rasgos crecientes de calidad y permanencia para el colectivo de estudiantes. Así lo establece la Ley de Educación Nacional, que centra en los adultos el deber de garantizar a los jóvenes el derecho a ser escolarizados en el Nivel Secundario, en cualquiera de sus modalidades. El paradigma de la inclusión nos posiciona frente al desafío de formar técnicos que resolverán problemas que hoy todavía no existen. Esto supone que desde los diseños curriculares y las prácticas áulicas se construya una nueva autoridad pedagógica docente, basada en el conocimiento, la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la programación, el pensamiento computacional, los saberes digitales, la robótica, como algunos ejemplos de innovación en la enseñanza técnica. En paralelo, es necesario continuar con políticas públicas que acompañen este proceso. Un Estado que siga promoviendo el desarrollo económico a nivel nacional, provincial y local; y siga apostando a la educación como el motor de la justicia social.

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Referencias bibliográficas:

Almandoz, M. R. (2000). Sistema educativo argentino. Escenarios y políticas. Santillana.
Almandoz, M. R. (2009). El papel de los interlocutores sociales en la educación técnico profesional y en los sistemas de cualificaciones. En F. De Asís Blas, F. y J. Planells (Coord.), Retos actuales de la educación técnico-profesional. Metas Educativas 2021. La educación que queremos para la generación de los Bicentenarios. Fundación Santillana; OEI.
De Ibarrola, M. (2009). El incremento de la escolaridad de la PEA en México y los efectos sobre su situación laboral y sus ingresos, 1992 2004. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 11(2). https://redie.uabc.mx/redie/article/-view/232/748
En ese texto tomamos aportes de:
Prof. Bernabé Campra (Docente y MEP del IPET 89); Josefina Secondo (egresada del IPET 139, estudiante universitaria); Nahuel Morina (estudiante secundario); Pablo Rolando (Docente, Jefe Gral. Enseñanza Práctica del IPET 263); Edgardo R. Sosa (Docente, Director del IPET 411); Gerardo Venica (Director y Docente del IPET 89); y María Gabriela Campra y Milena Echagüe (IPET 89).